La historia viviente
Falleció el 10 de septiembre de 1904

Aparicio Saravia, el último caudillo oriental

La derrota de Saravia y su posterior muerte sellaron el destino del caudillismo rural y abrieron paso a un nuevo orden político y social.

Por Gustavo Zandonadi, especial para NOVA

El 10 de septiembre de 1904, Uruguay perdió a uno de sus más emblemáticos caudillos, Aparicio Saravia, que falleció tras ser herido en la Batalla de Masoller. Su muerte marcó el fin de una era y el inicio de la modernización del país bajo el liderazgo de José Batlle y Ordóñez. La última guerra civil uruguaya, conocida como la Revolución de 1904, fue la más sangrienta en la historia del país. Los blancos buscaban la representación de las minorías y la transparencia administrativa. La derrota de Saravia y su posterior muerte sellaron el destino del caudillismo rural y abrieron paso a un nuevo orden político y social.

A partir de su triunfo, Batlle implementó una serie de reformas económicas y sociales que transformaron al país. Entre sus logros destacan la creación de empresas estatales, la implementación de leyes laborales progresistas y la promoción de la educación pública. La modernización de Uruguay en el siglo XX se caracterizó por un crecimiento económico sostenido, la expansión de la infraestructura y la adopción de políticas sociales avanzadas. Este período, conocido como el Batllismo, sentó las bases para un estado de bienestar que buscaba reducir las desigualdades sociales y promover el desarrollo integral de la nación.

Quién era el caudillo blanco

Aparicio Saravia nació el 16 de agosto de 1856 en Cerro Largo, en una familia de estancieros. Sus padres fueron Propicia de Rosa y Francisco Saravia. Aparicio fue el cuarto hijo de los trece que tuvo el matrimonio. Desde joven se involucró en la política y las lucha armada, influenciado por el ambiente de su hogar y las circunstancias del país.

Su primera participación activa fue en la Revolución de las Lanzas -entre 1870 y 1872- bajo las órdenes de Timoteo Aparicio, contra el gobierno de Lorenzo Batlle, padre de José Batlle y Ordóñez. Después tomó partido por el bando dirigido por Ángel Muñiz en la Revolución Tricolor, en la que también participaron dos hermanos suyos.

En 1893 participó en la Revolución Federalista Riograndense. Saravia movilizó 400 lancemos desde Uruguay hacia el territorio brasilero, junto a su hermano Guemercindo. A consecuencia de la muerte del mismo, Aparicio fue nombrado en el cargo de general de las fuerzas rebeldes. Hacia 1895 el conflicto perdió fuerza y se fue diluyendo, pero la figura del Saravia ya estaba instalada.

Aparicio se hizo fuerte en el interior del país. Poco a poco se convirtió en un caudillo que encabezó personalmente la lucha por las reivindicaciones que perseguía el Partido Nacional, que incluían al sufragio libre y la reforma del sistema electoral para asegurar la representación de las minorías.

En 1897 se puso al frente de otra revolución -la del 97- que resultó en la firma del Pacto de la Cruz, un acuerdo que puso fin al conflicto y abría la puerta para la representación política de los blancos. El Partido Nacional alcanzó la jefatura política de los departamentos de Cerro Largo, Treinta y Tres, Rivera, Maldonado, Flores y San José. Pero los ánimos no se calmaron y en 1904 hubo lugar para una nueva guerra, que fue la última.

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