Agitando el avispero: Lacalle metió mano en la política del Banco Central y la independencia del organismo quedó en duda
Con el fin de su mandato cada vez más cerca, el presidente Luis Lacalle Pou sorprendió con un cambio en el paradigma de su forma de gobernar, luego de decidir meter mano en las políticas del Banco Central del Uruguay (BCU).
La decisión del Banco Central del Uruguay (BCU) de avanzar con un recorte en las tasas de interés de referencia días atrás fue en parte una sorpresa pero, asimismo, un anuncio esperado por los mercados y los sectores exportadores: sorpresa por el nivel de baja, que fue del 0,5 por ciento cuando la expectativa era de un ajuste no mayor a 25 puntos básicos; pero esperado por el adelanto que el mismo Lacalle Pou había realizado en la semana previa sobre una “señal” que se daría respecto al atraso cambiario.
🇺🇾 La independencia del BCU se pone en debate tras la "intervención" de Lacalle Pou | Por @SofiMoure | #ÁmbitoUruguayhttps://t.co/fA4AH2b8AN
— Ámbito Financiero (@Ambitocom) April 23, 2024
La medida fue, en general, bien recibida, aunque otro aspecto llamó la atención: la intervención del sistema político en la política monetaria.
El nivel de autonomía del BCU es una discusión que, cada tanto, vuelve al centro del debate económico. Por lo que el hecho de que el presidente Lacalle Pou adelantara de manera tan clara una decisión de política monetaria generó repercusiones variadas.
Hay quienes se mostraron a favor del accionar político en un contexto de creciente malestar por parte de un sector productivo y económico clave para el desarrollo del país como lo es el agro; y quienes volvieron a expresar su disconformidad con la manera de tomar algunas decisiones.
Liberalismo versus intervencionismo
“Comparto la resolución, está bien tomada”, expresó al respecto Ángel Urraburu, presidente de la Bolsa de Valores de Montevideo, en diálogo con el medio argentino especializado en finanazas, Ámbito. “Me parece que no siempre las decisiones de política económica se tienen que basar exclusivamente en la economía, a veces hay que basarse en la economía y política. Había que incorporar un componente político para dar una señal de que el gobierno se preocupa de la falta de competitividad”, consideró.
Asimismo, el analista financiero dijo que la medida llegó en un momento necesario ya que las gremiales exportadoras “metieron el tema del atraso cambiario en la campaña electoral”. Aunque no la entiende como falta de independencia por parte del BCU, cualidad que la autoridad monetaria debe mantener: “La señal política no es de política partidaria”, aclaró.
Esta, sin embargo, no es la opinión generalizada entre los economistas. Al respecto, Giuliano Cantisani, consultor senior de CPA Ferrere, sostuvo que “no es necesariamente incorrecto que se tomen en cuenta otros objetivos además del inflacionario, pero sí implica un cambio respecto a las prioridades y objetivos que venía estableciendo la dirección actual del BCU”.
“Lo mismo se podría comentar respecto al hecho de que el presidente haya adelantado de alguna manera la decisión que iba a tomar el Comité de Política Monetaria (Copom) unos días después”, agregó, y consideró que, si bien “son opciones sobre cómo conducir la política económica”, se contradice “con la postura de tener un banco central más independiente”.
Para el exintendente de Regulación Financiera del BCU, José Licandro, que el presidente adelantara “las buenas noticias” muestra que “no hay nada de autonomía y que se estaba convencido de que había que bajar las tasas y se aprovecha políticamente la situación, o que realmente fue por las críticas”.
“Por el hecho de la cercanía de las elecciones y las presiones de algunos lobbies exportadores, sumado a la crítica de la oposición acerca de que le atribuyen a la política monetaria el mal llamado atraso cambiario y la intervención del presidente de la República alimenta dudas sobre cuál fue el verdadero objetivo” detrás del recorte de las tasas, explicó a Ámbito el economista, firme defensor de que la independencia del BCU es uno de los grandes pendientes de la institucionalidad uruguaya.
Según Licandro, la política monetaria en Uruguay es “campo de disputa política”: “Los partidos creen que la política monetaria es parte del menú de cosas de lo que pueden hacer y deshacer”, apuntó, y agregó que la reciente decisión del Copom estuvo “teñida de política”. “Cuando se empieza a hacer la discusión política partidaria en las elecciones, las sutilezas técnicas pasan a segundo plazo, y eso no es bueno para la política monetaria”, añadió.
¿Qué pasará con la inflación?
Tal y como adelantó el presidente Lacalle Pou, el recorte de la TPM de 9% a 8,5% fue una “señal”, pero no solo hacia el agro, en términos de medidas para hacer frente al desalineamiento del tipo de cambio; sino también hacia las expectativas de inflación. En ello coinciden los economistas, aunque difieren en los efectos de dicha “señal”.
Para Urraburu, entendiendo que se trató de una señal política antes que de política monetaria para apuntalar el valor del dólar —en tanto la evolución de la divisa estadounidense en el mercado local no depende exclusivamente de la tasa de interés en moneda nacional, y ni siquiera está significativamente afectada por ella—; la decisión del Copom “incide en las expectativas”.
“Es una buena señal para combatir la inflación por el hecho de que las expectativas de los agentes la están marcando por arriba del 6%”, señaló el presidente de la Bolsa de Valores de Montevideo, para quien bajar las tasas a pesar de haber dicho que no habría movimientos fue una manera de asegurar a los operadores que la inflación está controlada dentro del rango meta y que lo seguirá estando.
Licandro, por el contrario, consideró que la medida del BCU “fue una jugada riesgosa” en términos de la credibilidad del Banco Central en la formación de precios hacia adelante y de, justamente, las expectativas de los agentes respecto a esto, ya que “el partido no está ganado, más bien va abajo en el marcador”.
“Llevar la política monetaria a una instancia que desde el punto de vista técnico ya ni siquiera es neutral, es expansiva, es una medida riesgosa, por un lado, porque la demanda agregada va a jugar en contra; y, por el otro, los agentes están mirando lo que estás haciendo y si todavía nadie está convencido y empezás a aflojar la política monetaria, es riesgoso para las expectativas”, argumentó el economista.
Asimismo, Licandro señaló que “en año electoral donde las elecciones son parejas y se sabe que la falta de autonomía cambia la integración del directorio y la política monetaria, es bastante razonable que los agentes empiecen a mirar más para adelante que para atrás”. “Y los que miran con atención estos temas están empezando a ver esa incertidumbre monetaria”, añadió.